miércoles, 30 de abril de 2014

Olvídame... y luego fóllame.




Me rompiste de tanto follarme. Y aún así, te pedí un polvo más. No te hizo falta decir que sí, tu polla lo hizo por ti, y volvió a penetrarme hasta el paroxismo. Mientras tú me inundabas de tus entrañas más  inmaculadas, y me eché a llorar. Después de tres horas no había conseguido correrme. Se mezclaron las lágrimas con el semen, y mis mejillas con tus manos, y la lengua con la lengua en el beso más lánguido y desesperado que haya habido nunca. 
-Recuerda que ya no nos queremos, me dijo.
Y mientras me hacia por primera vez el amor, me acordé; y tuve tres orgasmos seguidos.


domingo, 27 de abril de 2014

Con el culo de punta.


Quien sabe cuantas mujeres habrá, ahora mismo en la ducha, quitándose distraida y compulsivamente los pelos del culo, para después sentirse extrañas y soeces.
Yo desde aquí, os digo hermanas: ¡ no estáis solas! Y por más que digan, tampoco abrigan.

viernes, 25 de abril de 2014

A veces soy pez, pero sólo un ratito.




Ojalá pudiese saber, con certeza, porque no me atrevo a mirar ni de reojo, a esos lugares ciegos de la memoria.
Quizá porque duelen, y el dolor me hiere, tanto o más que la muerte, puede que incluso más que la vida.

El olvido es un bálsamo, una venda, una tirita. Una anestesia, una píldora, una droga que no dispensan en la farmacia de la esquina, ni disponen en la esquina del descampado de la iglesia. No tiene prospecto, ni está contraindicado. No se sabe de efectos secundarios. Y sin embargo, desde mi más ferviente ignorancia, de lo que sí estoy completamente segura, es de que en grandes dósis... mata.


martes, 22 de abril de 2014

El tiempo es tan elástico como las piernas durante una paja.




Cuarentaynueve minutos exactos busando el placer. Ni uno más, ni uno menos con la mano entre las piernas y el índice querencioso y juguetón.

Podrían haber sido más, incluso menos; pero tenían el tamaño exacto de quince horas. Es esa laxitud de la epera de lo dulce, ese regodeo tonto que extiende los segundos como si fuesen mantequilla sobre el pan, ese desvío de kilómetros interminables para tardar un poquito más hasta el final. Total no hay prisa. Y qué mas dan ese montón de papeles sobre la mesa, y el ruido de voces reunidas tras la  puerta, y todas esas cabezas fijas en el ordenador que se adivinan al otro lado de las persianas. En ese maldito y eterno momento, sólo la mano manda. Huye la mente y una se masturba a placer entre más y más caricias. Es tan jugoso el coño, tan húmedo y suave cuando te concentras en él. Se multiplican los pliegues, la piel y los nervios, y tres mil millones de partículas sensitivas logran que cuatro kilos y medio del mejor chocolate belga baje por tu garganta. Debe de ser éso que llaman endorfinas. Ni lo sé, ni me  interesa. Yo me abandono al mundo y me saboreo entre caricias. Cada vez más húmedas y densas. Tanto que he de desabotonarme la blusa y meter mi mano bajo el sujetador. No es suficiente y me lo desabrocho. Los pezones hierven y están duros como el mármol. Canicas de carne rosada y suave ardientemente inflamadas. Las pellizco. Me muerdo la boca, no puedo gemir. Aquí no.

El deseo se vuelve loco, y con él las manecillas del reloj. La calma decide ser urgencia. Y ya todo, como en una tormenta, se precipita. 

Subo la falda. Me quito las bragas. Abro mis piernas sobre los brazos de la silla. Me meto tres dedos. Estoy tan caliente que va a arder la puta oficina. Ahora mismo me follaría al de la fotocopiadora, menos mal que me queda una rayita de lucidez, menos mal que pita el chat, menos mal que alguien al otro lado me salva. Y comienzo a irme, mientras me habla. Él comparte imágnes y mayúsculas. Yo le escribo los gemidos que no tengo más remedio que callar. Me inclino sobre el escritorio. Mis tetas rozan el teclado. Vuelvo a estrujar mis pezones con la mano izquierda. Ambos. Esta vez no pienso dejarlos. Él descubre que me estoy pajeando. Yo me excito más. Acelero el ritmo de mi índice. Mi clítoris está a punto de estallar. Descabalgo la silla. Me pongo en culillas muy, muy, muy abierta. La velocidad se apodera de mí. Me masturbo sin compasión a un ritmo frenético y cruel. Y mientras él manda un gif, yo me corro hasta morir de un gusto mayúsculo. 

Caigo de rodillas. Aprieto mis dos manos contra el pubis. Recompongo mi ropa y mi disfraz de chica competente. Le mando un beso y le dejo colgado. No sé como, son las dos y media y tengo esa dichosa reunión. No sé tampoco como, cuando a este tiempo tan mío, le ha dado por salirle alas y venderse a otro.

domingo, 20 de abril de 2014

Recuerdo Te ...



Te recuerdo comiéndome a besos. Desde el lóbulo de la oreja hasta el dedo gordo del pie. Devorándome con la lengua como el menú que siempre quise ser. 

Apenas nos dio tiempo de llegar al ascensor del hotel con alguna prenda de ropa en su sitio. No sé si habría más pasión que prisas, o más ganas que vida. El tiempo había decidido terminarse en la habitación 223 e íbamos a morir follando hasta que el mundo nos reventase en la retaguardia. 

Ya sin ropa, sin urgencia, sin añoranzas; nos miramos como si no nos hubiésemos visto nunca, y volvimos a mirarnos como si no fuésemos a vernos jamás. Y cien horas más tarde nos precipitamos uno en los brazos del otro para no volver a ver el sol hasta tres días más tarde.

Te recuerdo abocado a mis pechos.
Te recuerdo entre mis muslos a bocados.
Te recuerdo cabalgando mi pelvis.
Te recuerdo al trote galopándome el culo.
Te recuerdo mano a mano con mi coño.
Te recuerdo haciendo dedo con mis labios.
Te recuerdo a boca llena de tu polla.
Te recuerdo en blanco sobre mi ombligo.

Y de repente, tras un segundo, ya era domingo. Volvió a girar el mundo tras las ruedas de aquel tren.

Recién acabo de comprar una botella de ausencia a granel. Me marcho con ella a la estación apurando sorbos. Que cuando inundes el andén, yo este borracha de olvido. Y me tomes de nuevo, como si fuese la primera vez. No quiero recuerdos. Sólo tus manos, tu polla y tus besos matándome a amnesias.

miércoles, 16 de abril de 2014

Menú




Tú lo sabes.
Yo lo sé.

Follaremos juntos hasta el amanecer, y después un ratito más hasta la hora de comer. Y ya puestos nos comeremos el uno al otro. Y de postre yo. Y de postre tú. Y después de sobremesa ambos sobre la mesa. Carne en polvo hasta la merienda. Disfruta tú. Disfruta moi. Sabemos a media tarde, a tarde entera, a picoteo intenso previo a la cena. De dos platos. Primero te ceno yo a ti. De segundo me cenas tú a mí. Nos vamos a la cama llenos, tanto que no podemos dormir. No nos queda otra, que abrirnos de nuevo... y repetir.

lunes, 14 de abril de 2014

FO LLA ME




Fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame, fóllame.

Fóllame. Y si luego nos sobra tiempo, te dejo hacerme el amor. 

domingo, 13 de abril de 2014

Cuestión de altura.



Me gustan altos. Los chicos, los hombres. Altos, que no enormes. Que me lleven casi dos cabezas, a ser posible. Pero que no sean un armario empotrado de tres por tres. Me conformo con llegarles a la altura del pecho, y recogerme en él mietras con su barbilla me mesan el cabello.

Lo suficientemente altos como para que me puedan coger en volandas como a una muñequita. Tanto como para asirme de su cuello y quedarme colgando en un beso de vértigo, a quince centímetros del suelo. Así, como para cogerme como un fardo encima de sus hombros y llevarme a peso pluma a cualquier parte de su apartamento. Que follando en la cama, en el suelo, o en la mesa del comedor, puedan manejarme con tanta soltura, que en un mismo polvo sean capaces de ponerme en dos docenas de posturas antes de corrernos a placer. Ser pequeña a merced de un cuerpo tan largo que me sepa infinito. Sentirme estrujada y amasada por unas manos grandes en las que quepan mis pechos en cada una de las palmas. Perderme entre la nuez y la clavícula de un cuello kilométricamente sexi. Sucumbir perpetrada y empalada por una polla de extenso calibre. Chiquita y frágil zorra, mimada y pervertida por un hombre de altura. 

Me fascinan altos. Mucho. Casi tanto como me fascina, ser, deliciosamente pequeña.

viernes, 11 de abril de 2014

No tengo energía ni para una mísera paja.




Estoy tan, tan, taaaaaaaaaan cansada. 
Cansada a un nivel tan extremo que no me alcanza la memoria a recordar la última vez que estuve así. Y tampoco es que durante la semana haya hecho gran cosa. Deporte moderado, todo lo más. Pero ni las horas que he dormido han logrado ser reparadoras. Aquí estoy, cayéndome de sueño por las esquinas y con el cuerpo pesando una tonelada. Hasta las pestañas me tumban. Justo hoy que estoy ovulando.
Muerta, y con las bragas a medio mojar. Sin energia, y con el coño florido. Sola, fané y descangallá. 

No tengo fuerzas ni para una pajilla. Y la cama sin hacer. Y el curro a medio terminar. Ven. 
Ven y barre de un plumazo los folios y carpetas del escritorio. Llévate con tu antebrazo el ordenador y la impresora por delante. Dame un beso lleno de vitaminas mientras me empotras contra la silla de oficina. Inmovilízame. Derriba a mordiscos todas estas tonterías. Rompe mi blusa, mi bustier y mis bragas. Rasgame la piel, la cabeza y el alma. Acariciame la vida y las tetas. Lame esta somnolencia que me amortaja y mama de mis pezones para hacerme reaccionar.

Desnúdame de ropa y de cansancio. Tómame en volandas junto a esta mañana infinita, y llevanos juntas a la cama para rompernos en dos hasta el mediodía. Ponme a cuatro patas y viólame. Destrózame el coño con crueles embestidas. Haz que despierte. Tíñeme de sangre los muslos y de blanco olvido el culo. Destrípame a golpe de esas caderas malditas, de esa pelvis perversa, de esa polla febril y sicópata. Ven. Seas quien seas. Sin rostro, sin nombre y sin escrúpulos. Resucitame en un polvo confuso y mortal. Aparece para descerrajarme diez orgásmos a bocajarro, y luego marcharte en silencio. Dejándome tan sucia y rota como estas sábanas viejas. Deshecha. Cádaver. Sombra. Despojo desnudo. Carne trémula. Feliz. 

No te marches del todo. Debes rematarme contra la pared. Vacíame de nuevo, para llenarme una y otra vez.

miércoles, 9 de abril de 2014

Sweet close



Días como hoy. Porque los hay. 

Porque soy una chica natural. (no me gusta decir normal). Porque el sexo es vital, pero no lo único. Porque también vivo e incluso respiro. Porque aunque escribo de una faceta de mí, soy poliédrica. Porque sí. Ni me masturbo, ni follo, ni hago el amor. 

A veces no tengo tiempo, ni ganas, ni me hace falta. Se me cuelan los minutos por entre los pliegues de la ropa y las arruguitas de los ojos, y en un pis pas ya es de noche. Y tengo seis libros por leer. Y un programa telebasura muy tentador. Y ese post que escribir. Y esa onza de chocolate por probar. Y esa ensalada que preparar. Y esa vida que me queda por vivir. Y no ha habido ni un segundo para el sexo. Quizá mañana. Tal vez. Puede que sí, puede que no. A ver como me levanto. A ver como se me levanta. A ver si amanezco serrana o de jabugo. No hay cuentas que llevar. 

Y aunque me apetezco. Y aunque me apeteces. No es una de esas veces. Hoy el coño se me ha tomado el día libre, y el día está  hasta el coño de tan ocupado. Mañana más. Y mejor. Corren tiempos de pajas alegres. Ojalá de polvos... si me das suerte.

lunes, 7 de abril de 2014

Horas de mis pajas tristes.



Me estoy haciendo una paja más tonta....
... así, con ganas pero sin ellas. Con calambres en los pezones y en esta entrepierna inmensamente abierta. Con la mano entre mis bragas y bajo el pantalón. Con mi culo y mi coño al aire bajo el teclado. Con la otra surcando mis tirantes y pellizcándome cruelmente los pechos. Con la cabeza en otra parte, no sé donde. Con la piel anhelante y valiente. Con el alma perdida. Conmigo. Sin tí. Me sobran dedos, me faltan estímulos. Hoy no soy suficiente. Tú insoportablemente necesario. El coño semihúmedo. Necesito correrme. Será un orgasmo a medias. Mi mano mojada, mis bragas también. Mi grito saldrá seco, perdido e inútil. Temblaré al terminar igual que siempre. Quizá también llore.Serán lágrimas desnudas.  Esta paja llevaba escrita tu nombre. Y no estás.

domingo, 6 de abril de 2014

Insolación



Me he pasado buena parte de la mañana al sol. También he comido al sol. Y por si no hubiese sido suficiente, la sobremesa me la he ventilado tirada en bikini al sol. 

Iba pertrechada con mi protector solar factor treinta, pero hace ya un buen rato que he llegado a casa y me ha entrado frío. Quizá no debí tumbarme tanto rato en aquella tumbona, ni adormilarme mientras me daban los rayos en la cabeza. Quizá no debí volver tan apurada, en tirantes y acalorada, ni mucho menos desnudarme en el salón. Repanchingarme" sobre los cojines sudada y desnuda y ponerme a "guasapear". Una hora después, tirito. Tengo la piel de gallina. He tenido que rescatar los calcetines de lana. Y la nariz, la tengo roja. Parezco Rodolfo, el reno del señor Noel que brilli brilli. Las manos heladas, y aquí estoy dándome por todo el cuerpo cremita hidratante. En el culillo no me hace falta, que todavía no ha visto el aire, pero los muslos me los barnizo. No vaya a ser que por la noche me tire la piel y no pueda dormir. Loción en las piernas, en la cintura, la espalda ( casi no llego), el pecho, el escote, el cuello, los brazos, la cara, y ración extra en la naricilla y los mofletes. Menuda estampa. Así, desnuda, colorada y encremada, soy como un helado de fresa y nata en calcetines. ¡ Supersexy! :( 

Caliente por dentro, y fresca por fuera. Creo que he pillado un inicio de insolación. Debería vestirme ya, pero es tan tentador el sol que se filtra por el cristal de mi salita. Y esta pomada está tan rica. Y yo tan suave y necesitada de calor. Supongo que una vez más debo hacer caso a mis pezones, que son los primeros en avisar. Todavía queda medio tarro de la crema de argán de deliplus, todavía queda media tarde de domingo, todavía quedas tú al otro que lado que me lees. Con tantas mitades no me queda más remedio que pajearme entera, y esta noche si me sube la fiebre aprovecharé para soñar que me follas, porque puede que la piel la tenga helada, pero las ganas de follar están más calientes que nunca. Es este sol de primavera, que hace conmigo lo que quiere.

viernes, 4 de abril de 2014

Días de quitarse el sombrero.


Por ti me quito el sombrero, la vergüenza... y las bragas si hace falta. 

A pesar de que me descubro más por todas estas letras que por todos los vacíos que se pudiesen llenar. Me juego tus palabras a doble contra sencillo, sabiendo que nada de lo que digas pueda ser jamás en serio; éso es lo más divertido. Quizá incluso sea mágico. Prestidigitador de frases equilibristas, yo lo único que poseo es mi conejo en la chistera. Un truco sencillo, que una vez visto, hace desaparecer el encanto. Y el misterio, ése que tú tienes dominado, tanto como a mí la curiosidad. Ésa asesina de gatos que me pone el vello de punta, aunque la quiera toda entera, porque nunca me ha gustado que me dejen a medias, por más que yo sea de calcetines. Y como una cosa lleva a la otra, y la otra a la locura más absoluta, aquí estoy, desnuda y con sombrero recién llegada a saludar. Con la salud quebradiza y el alma febril, no queda otra que ponerle un remedio, y nunca he sido de medicinas y drogas; una vez más recurro al naturismo porque si algo soy es natural. Así que meto mi mano debajo del sombrero, dejo volar sus alas hasta el perchero y yo despego entre mis manos al  mayor de los placeres, pensando en tí.



martes, 1 de abril de 2014

Dream, dream, dream.



Y en mitad de la noche me veo envuelta por las sábanas, se enroscan alrededor de mí como tantas otras veces en estos sueños tan densos e intensos. Me atenazan, me atrapan, y yo grito pero nadie me oye, el sonido se queda ahí paralizado en la comisura de mi boca mientras soy engullida por un mar de algodón de rayas con mezcla de un diez por ciento de poliester. Luego será como siempre que ésto sucede, podré sacar al fin la cabeza después de unos minutos (puede que horas) angustiosos, y despertaré con la almohada empapada y el corazón alterado. 

No, esta vez no. A las sábanas no les basta con enrollarse y cernirse sobre mí, se multiplican en un frenesí textil e invaden la cama y la habitación. Todo es sábana, y aquí debajo comienza a faltarme el aire. Sigo sin poder gritar. Entonces siento una caricia. En el cuello. Es la sábana bajera reptando por mi clavícula y lamiéndome la nuca con la suavidad del terciopelo. Comienzo a sentir la misma sensación en la cintura, y en las nalgas, y en los pechos. Y no sé muy bien como, todo este enjambre de tela me voltea, me deja con mimo a cuatro patas sobre el colchón ensabanado, y así, perpleja, oculta en esa tiempa de campaña de ropa de cama, sin apenas aire y desnuda, descubro que estoy siendo violada por parte de mi ajuar. 

Centímetros de tela golosos que besan mis pechos, acarician mis ingles, palmean mi culo, rodean mis tobillos. Prisionera y esclava. Y ya tan sumisa que mi mano no es mía, sigue órdenes de no se sabe quien, y baja hacia mi pelvis. Acaricia mi coño abriendo los labios. Juega a hacer caracolillos entre los pliegues de mi sexo. Me penetro a mí misma, con uno, con dos, con tres, con cuatro. Termino forzándome con todos, mientras con la sinestra calmo a mi clítoris mojado. La frente en el colchón, empujando el deseo en una huida hacia delante. Los carrilos de mi trasero en pompa, desafiando a un techo cubierto de mil colores de hilo. Los labios mordidos entre jadeos y silenciosos. Y las manos que siguen follándome este agujero inmenso en el que se ha convertido mi coño. Empapados los dedos. Jugoso y elástico este nuevo sexo, que cada se vez se abre más y más y más... El placer es inmensamente intenso, y yo me froto, hasta que ya no puedo más, y justo cuando estoy a punto de correrme... como no, me despierto. 

Al principio no me ubico. Ni me reconozco a mí, ni a mis cuatro paredes. Tengo calor, estoy sudada, desnuda  y empapada. Aparto las sábanas. Y entonces... recuerdo. Y me pongo cachonda. Y en el fondo es una suerte estar de baja, y tener toda la mañana por delante. No suele suceder, pero mira tú por donde, voy a hacer mi sueño realidad. Pero éso sí, con la cama a colchón pelado, y las sábanas... en la lavadora... por si las moscas.